Estaba en el puente que pasa sobre el río mirando pasar el agua adornada por cientos de hojas con distintos colores y formas. El sol con su luz hacia brillar esta típica imagen de otoño.
Todo este bello paisaje y él metido en este agujero, este pueblo podrido que su mente le hacia ver. Ese dolor en el pecho por haber partido, ese sabor amargo en la boca después de la discusión, después de golpear la puerta al salir solo para demostrar que eso aun no había terminado.Caminar por la calle sin sentir el viento, sintiendo si un cosquilleo en el alma que lo incitaba a volver pues no quería perderla, pero ya no había vuelta atrás, volver seria debilidad.
Y seguía estando en el puente. La pelea: una espina en su corazón. Ahora sí sentía el viento de nuevo y este golpeaba con fuerza su cara. El anillo ya nunca le serviría, lo no dicho entro como un veneno en la relación y la había matado. Ya casi no podía recordar el color de sus ojos y estaba seguro de que ya nunca más los vería.
Había tenido el amor entre sus brazos y lo había dejado escapar, esto iba a acecharlo siempre, no se libraría de este peso hasta que su vida terminase o, al menos, hasta después de saltar del puente.
