13 de febrero de 2015

Clara y el Viento

"Añorar el pasado es correr tras el viento"

Proverbio holandes


El viento de verano pasa fugazmente al lado mio. Todos saben que el viento tiene alma de chico y, como todo chico, busca siempre jugar. Juega con el pasto de la vereda, que se dobla para dejarlo pasar. Juega con las hojas caídas en el camino, sacándolas a bailar. Juega con de pelo de la gente que pasa por su mismo camino, de la misma forma en que jugaba con el pelo de Clara cuando la conocí.

Mierda. Cada vez que creo que ya todo es pasado me descubro pensando en ella una vez más.

Llego a la estación y espero el tren que va a llevarme a casa. El viento en la estación encontró un diario con el cual entretenerse. Hace girar sus hojas en el lugar de manera amistosa. No existe forma de olvidar a Clara. Cada vez que creo que lo logré un mínimo recuerdo la trae a mi memoria. ¿Cómo se puede estar tan poco con alguien y sin embargo tener tantos recuerdos de esa persona? El tren no parece tener ningún apuro por llegar. Nunca parece tenerlo. Pero de todas formas yo tampoco tengo apuro en partir.

¿Sera justamente porque fue tan breve que los recuerdos son tantos? El viento ahora se aburrió de jugar con el diario y se dedica a molestar a un chico de no mas de 15 tratando de sacarle el sombrero de la cabeza. ¿Sera porque fue tan breve que es tan difícil de olvidar?

Solo pienso en lo estúpido que fui. Siempre con miedo de hacer todo mal. ¿Y porqué? ¿Acaso no fue perfecto? Pero claro, el miedo es el peor enemigo en cualquier situación. El viento consiguió ahora el sombrero y lo lleva de acá para allá jugando con el chico, quien lo persigue pero no parece divertirle mucho el juego. El viento no tiene miedo. Va a donde quiere, hace lo que quiere y juega con quien quiere y cuando quiere. Ahora mismo juega con las polleras de dos mujeres en el anden de enfrente que luchan por que no se les levanten.

Es que el viento no tiene porque tener miedo a nada. Nadie puede reprenderlo por nada, ya que es el viento y todos saben que es así. A él solo le importa jugar y nunca deja de hacerlo.

Cansado de estar de pie me siento en uno de los bancos que se encuentran allí. No puedo darme el lujo de jugar todo el tiempo como el viento, pero tal vez deba aprender de él y ver que no tengo nada que temer. Tal vez si hubiera sabido eso no habría tenido miedo en ese momento. Habría dicho lo que debí haber dicho. Habría hecho lo que debí haber hecho.

El tren llega cargado de gente. El viento ya no está, fue a jugar a alguna otra parte. Fue corto el tiempo que me hizo compañía, pero es cierto el dicho: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno." Mi tiempo junto a Clara, sin embargo, fue tres veces bueno: 

Fue bueno.

Fue breve.

Fue junto a ella.